Colombia: Salento, Guatapé, Eje Cafetero y pueblos que enamoran

portada jardin colombia

Blog de Colombia parte 7

Dejamos la sorprendente ciudad de Medellín para encaminarnos junto a nuestros amigos de Israel, Chen y León, rumbo a Guatapé, área que por momentos nos hizo sentir como si estuviéramos en otro país. Su turístico pueblo nos resultó bonito y colorido, pero no particularmente interesante.

Fachadas en Guatapé. Singular decoración de mosaicos en centenares de viviendas.
Monolito El Peñol y nuestra querida casita

Pero la represa Peñol-Guatapé, con el mágico color de sus aguas ha inundado la zona creando un gran lago con islotes que hace que los alrededores sean espectaculares. Para poder visualizarlos desde las alturas, subimos los 702 escalones de la Piedra del Peñol, inmenso e impresionante monolito que fue elemento de adoración para los indígenas que en tiempos prehispánicos habitaron la región. Desde la cima (2135m) la vista que se obtiene es sin duda una postal.

Vista desde la cima de El Peñol
Represa Guatapé
Pueblito de Guatapé

Perdiéndonos de la civilización

Una tarde, manejamos por un camino estrecho de tierra, sin estar muy seguros a donde nos conduciría. Llegamos literalmente al final del camino (que daba al lago) y el encanto de este lugar aislado en el medio de la naturaleza nos sedujo. Tuvimos tiempo de nadar un rato antes de que una lluvia torrencial nos encerrara en el Camper hasta la mañana próxima.

Nuestro camping improvisado escondidos de la civilización. Hasta nos dimos un buen chapuzon.

Los días siguientes los pasamos en el camping “Lake Hotel”, aprovechando para hacer un asado, descansar, practicar paddle board y disfrutar de la tranquilidad del lugar a pocos metros de una de las casas de fin de semana de Pablo Escobar.

Hacia el famoso Eje Cafetero

Retomamos dirección hacia el sur, rumbo al renombrado Eje Cafetero, donde predominan los paisajes con colinas de cafetales, quebradas, y por supuesto: las incesantes curvas de las rutas colombianas.

Nuestro primer destino fue el pueblo de Jericó, ubicado en el medio de un valle rodeado de cerros. Para llegar a esta simpática localidad, tuvimos que subir como 1000 metros por una ruta casi perfectamente asfaltada con grandes vistas panorámicas. Una vez allá, recorrimos sus calles y fuimos muy bien recibidos por los nuevos vecinos que amablemente nos recomendaron donde comer, qué probar y dónde estacionar para pasar la noche. La típica plaza central con su pequeño mercado de frutas y verduras, sumados a los pueblerinos tomando tinto bajo la mirada de la gran iglesia gótica, era una escena auténtica de lo que es el pueblo. Paramos en el mirador junto al Cristo, desde donde se podía ver toda la ciudad.

Esta ubicación fue estratégicamente buena para la venta de nuestras artesanías, ya que por la mañana pararon junto a nosotros varios buses turísticos llenos de mujeres con ganas de comprar.
Izq: esquina cafetera, arriba; los campers en el mirador; abajo: nuestras numerosas clientas de artesanías

Remodelación del interior del Camper

Aprovechamos para implementar lo que teníamos ganas de hacer desde que arrancamos nuestro viaje hacía un año y medio: redecorar el interior del camper cambiando las puertas y pintando sus paredes, dándole un toque más moderno, excelente excusa para quedarnos más días en Jardín.

Nueva decoración del Camper
Cambiamos puertas y pintamos para darle un look más moderno.

Naturaleza en Jeep

Disfrutamos de sus coloridas calles, caminatas por las fincas y la excursión en jeep a la “Cueva del Esplendor”. Aquí la naturaleza nos sorprendió nuevamente, con una potente cascada que terminó de perforar una cueva, dando un espectáculo único.

El paisaje hasta la cueva es espectacular
Hemos conquistado a la cueva

Llegar hasta la cueva también es parte de la aventura, pues además del largo trayecto en jeep por las montañas agrestes, al final toca descender a pie por un camino resbaladizo y empinado por el bosque.

Reunión de Overlanders

Respecto a la compañía en Jardín, estuvimos rodeados de viajeros americanos. Además de Kyle y Jimena, nuestros fieles amigos aquí en Colombia, tuvimos la oportunidad de conocer a Blake, Andrea y a sus dos hijos, que cada tanto interrumpen su nomadismo por el continente americano para que los chicos vayan un tiempo al colegio. Esta familia fue muy amables, dejándonos duchar en su departamento alquilado, donde también cocinamos varias cenas para todos. Nos tocó festejar Halloween aquí, y no faltaron los disfraces.

No fue fácil irse de Jardin

Llegó el momento de continuar hacia la parte más famosa y turística del Eje Cafetero, pero no sin antes manejar uno de los tramos más desafiantes del viaje: un ripio en pésimas condiciones, donde el barro y algunos desprendimientos de la montaña hicieron de las suyas para que 60km lo manejáramos en tres horas. Hasta nos vimos interrumpidos ante el intento de socorrer a una chiva (autobuses coloridos de transporte público rural) que se había estancado en el barro a un lado de la ruta. Pero nuestra ayuda fue en vano, pues la chiva se encontraba muy enterrada. Ya de vuelta al asfalto, nos recompensamos con una exquisita mojarra frita antes de continuar viaje hacia Filandia (así se escribe), donde pasaríamos la noche en una finca de café y la mañana siguiente recolectando sus frutos.

Recolectando los frutos del café en finca La Playa Verde

Salento y sus palmeras vecinas

Llegamos a Salento, ciudad llena de mochileros extranjeros y colombianos turistas ya que, al estar a media hora del “Valle de Cocora”, se convierte en una buena base para recorrer la zona. Las palmeras de cera que convierten a este sitio en un destino tan popular, suponen ser las más altas del mundo.

Por suerte tuvimos la típica posta del valle con la niebla y las palmeras

Su ubicación en las alturas hace que la niebla esté por momentos muy presente, dándole un contexto extraordinario. Sin duda, unos de los paisajes más bonitos de Colombia. Hicimos el trekking de 4 horas en el que recorrimos quebradas y nos vimos acompañados de vacas pastando (acá es cuando uno entiende por qué la carne vacuna de Colombia es tan dura!). y terminamos en el principal mirador a las palmeras.

Hicimos una parada en la casa del “colibrí” que es conocida por los centenares de colibríes que la visitan.

Pero nos habían informado que se podía manejar a otro sector con vista panorámica a un número mucho mayor de palmeras y, luego de analizarlo varias veces, decidimos ir, pese a las horribles condiciones del camino de ripio. La “carretera” por momentos fue bastante estresante y estuvimos horas para hacer tan solo unos pocos kilómetros. Pero llegamos, y estuvimos un rato asombrándonos del paisaje que nos rodeaba, en la que las larguísimas palmeras y la niebla grisácea fueron los protagonistas. Para la vuelta, teníamos que manejar hasta un escondite a un lado de la carretera, donde nos estarían esperando Jimena y Kyle que con su pequeña y rápida Van se nos habían adelantado.

Camino engorroso pero que belleza de paisaje
Miles de palmeras de cera, mucho mas que en el Valle de Cocora

Pero nuestro regreso se vio interrumpido ante un jeep local que se encontraba caído de lado, bloqueando el camino. La familia, todavía en shock, había salido ilesa milagrosamente tras semejante accidente. Esta vez pudimos dar una mano literalmente para poner el vehículo sobre sus ruedas. Terminamos haciendo todo lo que no hay que hacer: manejar de noche por un camino estrecho en malas condiciones. Al llegar, nuestros amigos nos estaban esperando ansiosos y preocupados.

El vuelco del Jeep que por suerte pudimos ayudar a darlo vuelta…cosas de Colombia!

Sería nuestra última noche con ellos que partirían rumbo a Ecuador en los siguientes días. En cuanto a nosotros, al haber extendido la visa y permiso del camper en Colombia, teníamos más tiempo para seguir recorriendo este país, disfrutando de su hospitalidad, belleza y excelentes precios.

Adios SouthbyVan, nos veremos pronto!

Esperamos que les haya gustado nuestro Blog de Salento Colombia. Pero no todo en Colombia es café, no se pierdan nuestra experiencia por Cartagena


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